Contemos historias con agua
01
En acuarela quedó mi pasado,
susurro de tiempos que se han ido,
colores suaves, sueños difusos,
memorias que el agua ha ido pintando.
un suspiro en papel, etéreo y frágil,
que sigue vivo en el tono afilado
de un pasado que ya no existe, pero vibra.
Un retrato de lo que no vuelve
El espacio que ya no está.
02
Espacios mágicos que ya no existen,
susurran en tonos suaves, suspiros lejanos,
recordando aquello que el mundo olvidó,
en un cuadro difuso, eternamente hermoso.
Visita un pasado plasmado en el presente
Visitar ese pueblito alejado de la ciudad es como comenzar una acuarela con delicados trazos y suaves lavados de color. Primero, se dibuja con paciencia cada pequeña calle, la iglesia y los tejados en tonos leves que se funden en el papel, dejando que el agua y el color fluyan libremente. Después, con pinceladas suaves, se añaden matices que reflejan la alegría sencilla del lugar: los verdes de los árboles, los azules del cielo, los rojos cálidos de las casas. Cada trazo se mezcla, creando una escena que late con vida y calma, como una obra en proceso, llena de esperanza y belleza pura. Al final, la acuarela revela un rincón mágico, donde la alegría se pinta con la misma suavidad y amor con la que uno descubre ese escondido paraíso.
Arce.
Si las ventanas hablaran…
03
Lo que guarda una ventana es un mundo en papel,
una acuarela que emerge en tonos suaves y fiel,
sus cristales son lavados de azul y esperanza,
donde el paisaje se desliza, en calma y esperanza.
Cada marco es un trazo delicado, sutil,
que enmarca la historia de un sueño febril,
y lo que se refleja en su malla difusa,
es un suspiro de vida, una luz que seduce.
Una ventana guarda en su alma la historia,
de un rincón olvidado, de un tiempo en memoria,
como una acuarela que nunca se termina,
es un refugio de sueños, una eterna rutina.